El burmilla es un gato bastante plácido. Suele ser de trato fácil y requiere muy pocos cuidados. El burmilla es cariñoso y dulce y resulta un buen compañero.
Los burmillas son buenos trepadores y saltadores por lo que deben contar con estantes y árboles para gatos. El burmilla es un gato robusto de complexión fuerte cuyo peso probablemente haya que vigilar, especialmente si no practica mucho ejercicio. Modifica su alimentación si fuera necesario.
Aunque son gatos tranquilos, también les encanta tener su momento para el juego diario. Les encanta que sus propietarios los adoren y que les froten el estómago y les acaricien. Una sesión diaria de mimos es esencial para cualquier burmilla.
Es necesario cepillarles a diario para eliminar los pelos sueltos y muertos. El cepillado puede incorporarse durante el juego
El origen de la raza burmilla fue accidental. En 1981, un macho persa chinchilla se cruzó con un burmés lila, y la hembra dio a luz a cuatro gatitos. Aquellos gatitos tenían una coloración con extremos negros inusual. El aspecto de aquellos gatos era tan vistoso que se puso en marcha un programa de crianza para conseguir un gato que tuviese el pelo corto del burmés, la redondez de ambas razas y la coloración inusual de aquellos primeros gatitos.
Existen pocos ejemplares de burmilla. En el Reino Unido sigue siendo una raza experimental, y los principales registros estadounidenses aún no lo han aceptado.
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