Es un perro tranquilo, educado y serio, famoso por su gran devoción a la familia, incluidos los niños con buen comportamiento. Estos perros son por lo general de confianza, cariñosos y dulces, pero, si surge la necesidad, no dudarán en intentar proteger a su familia y su territorio.
El montaña de los Pirineos se crió para vivir solo y proteger a las ovejas en valles de montaña, por lo que son por naturaleza relativamente independientes. Esta independencia puede convertir el adiestramiento en un problema más que en el caso de otras razas. Esas mismas raíces guardianas han dejado en esta raza un fuerte instinto ladrador.
Alcanzan la madurez con un año de edad, aunque a veces pueden necesitar hasta 2 años.
El montaña de los Pirineos puede ser un compañero maravilloso si vives en una zona residencial o rural y llevas una vida bastante tranquila. A estos perros les gusta tener momentos de calma en la casa y disfrutan de una rutina ordenada y predecible.
La naturaleza guardiana de esta raza convierte la socialización en algo especialmente importante. La exposición al mayor número posible de personas, lugares y situaciones nuevas, especialmente cuando es un cachorro, ayudará a moderar las actitudes especialmente protectoras. La paciencia durante el adiestramiento es imprescindible, porque un tienden a ser independientes e incluso tozudos. Por ello, no esperes que este perro gane ningún campeonato de obediencia.
La necesidad de aseo es moderada, un cepillado regular de la doble capa mantendrá el pelo en buen estado. La capa externa no se enreda, por lo que su cuidado es relativamente sencillo. Realiza una muda anual importante.
Se han encontrado restos fósiles de perros similares al perro de montaña de los Pirineos en yacimientos de la Edad del Bronce que datan de entre los años 1800 y 1000 a. C. Durante cientos de años, estos perros trabajaron con pastores campesinos en los Pirineos, la cordillera que separa España de Francia.
Con la llegada de la época medieval, la belleza, elegancia y carácter de estos majestuosos perros blancos había dejado de ser un secreto. Según el Great Pyrenees Club of America, una escultura en bajorrelieve del siglo XII de un perro de montaña de los Pirineos adorna la Puerta Norte de Carcassonne, en Francia. Escritos franceses de dos siglos más tarde describen el trabajo de los grandes perros de las montañas como ayudantes caninos de los guardas del Castillo de Lourdes. En 1675 el rey Luis XIV designó el perro de montaña de los Pirineos como perro real de Francia. Aquella designación equivalió en esta raza lo que los 101 dálmatas de Disney al dálmata... un respaldo que generó una demanda considerable de aquella raza de perro en concreto. Esta demanda no solo recaía sobre la nobleza francesa; en el siglo XIX la reina Victoria de Inglaterra tenía también un perro de montaña de los Pirineos.
Hasta hace muy poco, estos perros se utilizaban para tirar de pequeños carros y llevar la leche en Bélgica y el norte de Francia. También han sido perros de trineo, perros de carga y compañeros de familia. Incluso en la actualidad, el perro de montaña de los Pirineos está considerado un elegante perro guardián de ganado.
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